Buscar este blog

martes, 21 de febrero de 2012

Los niños cuentan

Dentro de los artículos que se presentaron en el "simposium de abuso sexual y maltrato infantil", que dictó la Ps. Marianela Soto, en la universidad Santo Tomas, a principios de octubre, rescatamos de la red este artículo llamado "Como los niños cuentan. El proceso de revelación en el abusos sexual infantil" escrito por Teena Sorensen y Barbara Snow.
COMO LOS NIÑOS CUENTAN: EL PROCESO DE REVELACIÓN EN EL ABUSO SEXUAL INFANTIL por Teena Sorensen y Barbara Snow En un análisis de la revelación por parte de un gran número de niños de entre 3 a 17 años de edad, que se sospechaba habían sido abusados sexualmente, la gran mayoría negó al principio el abuso. Sin embargo, eventualmente fueron confirmados como victimas creíbles. Las autoras describen la revelación como un proceso de fases con características definibles. La revelación raramente es la entidad única que las investigaciones típicamente consideran. Si se considera la revelación como un proceso, se establece el escenario para asegurar injusticias y daño para los niños. Los casos informados de abuso sexual infantil han alcanzado proporciones epidémicas con un aumento de 322% en toda la nación desde 1980 (Centro Nacional de abuso y negligencia infantil 1988). El aumento ha provocado tanto conciencia como controversia nacional. Un movimiento en contra ha cuestionado la credibilidad de estos informes, con quejas de falsas denuncias y lavado de cerebro (Crewdson 1988; Heehler 1988). Las agencias de protección infantil de toda la nación han intentado satisfacer las demandas de servicios para estos niños. Han desarrollado métodos y protocolos que adhieran a los rigores de los procesos legales de descubrimiento de la verdad. Una parte crítica del desarrollo de tales líneas de guía sería una comprensión de cómo y bajo qué circunstancias los niños revelan el abuso sexual. Los clínicos pioneros frecuentemente han afirmado que la comprensión del proceso de revelación es un elemento importante en la evaluación del problema (Dugan y MacFarlane 1988; Sgroi y col 1982; Summit 1983). Ciertas características han sido consideradas partes del fenómeno de revelación. La negación ha sido identificada como una respuesta frecuente cuando el niño está sintiéndose demasiado amenazado, atemorizado o inseguro para reconocer el abuso (Courtois 1988: Dziech y Schudson 1989; Lister 1982; MacFarlane y Krebs 1986). Al otro extremo, uno encuentra frecuentes referencias a la retractación que ocurre en niños que son presionados por la familia, por el ofensor o por los procedimientos de tribunales(Faller 1988; Lloyd 1982; Sahd 1980). Sin embargo, son escasos los hallazgos objetivos de investigación para confirmar estas observaciones clínicas. La literatura habla de dos tipos de revelación (Sgroi 1982): la Revelación Accidental, revelada casualmente más que como un esfuerzo deliberado por parte de la víctima; y la Revelación con Propósito, referida a cuando un niño conscientemente decide contarlo a una persona ajena. Sgroi ha sugerido que la revelación accidental comprende la mayoría de las revelaciones. Sin embargo, Sauzier (1989) en una muestra de l56 niños sexualmente abusados, encontró una mayoría (55%) en que los informes fueron con propósito. El quiebre de las barreras defensivas en el proceso de revelación ha sido descrito como el síndrome de “no - puede ser - a veces - sí” (MacFarlane y Krebs 1986). Sin embargo, Casi no hay datos en la literatura que confirmen este patrón de revelación o algún otro. Ya que la capacidad para desarrollar líneas guía y protocolos efectivos debe descansar en algún grado de comprensión de este fenómeno, es crítico que más datos descriptivos se hagan disponibles. Este estudio examina el proceso en una muestra de niños sexualmente abusados. Se hipotetizó que estos niños podrían exhibir una progresión de la revelación desde la negación, pasando por una etapa tentativa, hasta la revelación activa. También se hipotetizó que algunos de estos niños podrían retractarse, pero que la mayoría podría más tarde reafirmarlo. Las autoras estaban también interesadas en precisar el tipo de revelación, ya sea con propósito o accidental, y los factores motivacionales que instigan la revelación. METODOLOGÍA Procedimiento Seiscientos treinta casos de abuso sexual denunciados, en los cuales las autoras se habían involucrado como terapeutas y o evaluadoras a partir de l985 hasta la mitad de l988, fueron analizados retrospectivamente. Ochenta por ciento fueron vistos por un gran centro de tratamiento de abuso sexual no lucrativo, con la mayoría referido por la policía y los servicios de protección. Treinta por ciento fueron vistos subsiguientemente en la práctica privada de las autoras: esta población fue referida en forma privada. Los niños vivían en cuatro condados adyacentes en Utah central y del norte. Los análisis cualitativos de las notas clínicas, conversaciones, cintas de audio y de video, y los informes revelaron elementos comunes en las revelaciones de los 630 casos. De estos datos el proceso de revelación con propósito fue identificado y las variables analizadas retrospectivamente en un subconjunto de 116 casos confirmados de abuso sexual infantil. El proceso de revelación fue identificado como conteniendo cuatro variables progresivas. La negación fue definida como la declaración inicial de un niño ante una persona de que el o ella no ha sido sexualmente abusado. La revelación es identificada como comprendiendo dos fases, tentativa y activa; la revelación tentativa se refiere al reconocimiento parcial, vago o vacilante de actividad sexualmente abusiva; la revelación activa indica el reconocimiento personal del niño de haber experienciado una actividad específica sexualmente abusiva. La retractación se refiere a la negación de un niño de una alegación previa de abuso que fue formalmente hecha y mantenida a través de un período de tiempo. La reafirmación es definida como la reafirmación de un niño de la validez de una alegación previa de abuso sexual que ha sido retractada. Sujetos La mayoría do estos 116 niños fueron vistos por las autores en una gran clínica de tratamiento ambulatorio para abuso sexual; el resto fue visto en un ambiente de práctica privada. Ellos fueron referidos por los servicios de protección, los servicios de cumplimiento con la ley, otro personal y agencias en salud mental, y referimientos privados. Los 116 casos fueron confirmados en uno o más de los siguientes aspectos: 1. Una confesión legal en un tribunal criminal o juvenil por el ofensor (80% de los casos). 2. Una demostración de culpabilidad en la corte criminal para una o más de las ofensas denunciadas (14% de los casos). 3. Evidencia médica altamente consistente con abuso sexual (6% de los casos). De la muestra de 116 niños, un niño había sido abusado por dos ofensores diferentes en dos incidentes no relacionados, haciendo un número total de 117 revelaciones. Distribución de la muestra La figura 1 muestra a los sujetos ordenados en edad desde los 3 a 17 años. 20 % cayó en el rango de tres a cinco años; 40% en el de seis a nueve años; l3% en el rango de diez a 12 años, y 27% en el rango de los 13 a los 17 años. Sesenta y dos casos eran mujeres y 38% eran varones. Noventa y cinco por ciento eran caucasianos con 5% combinados de todas las minorías, lo cual refleja la población minoritaria del área geográfica. Siete por ciento provenía de un trasfondo socioeconómico superior o medio-superior, 73% del grupo medio y 20% del grupo socioeconómico inferior. Rango de Edad de las Víctimas La mayoría de los ofensores eran hombres (96%). La Figura 2 establece la edad y el sexo de los perpetradores; 29 niños fueron víctimas de adolescentes varones; cuatro eran víctimas de adolescente mujeres con un aparentemente alto funcionamiento quienes abusaron mientras eran cuidadoras de niños; 77 fueron víctimas de adultos hombres y uno fue abusado por una mujer adulta en acuerdo con su esposo. Cinco niños fueron molestados por hombres sobre los 60 años; ningún niño fue abusado por alguna mujer mayor. En cuanto a las relaciones de los ofensores con las víctimas, 58% de las víctimas fueron abusados por miembros de su familia inmediata. El porcentaje se elevó a 74% cuando fueron incluidos miembros de la familia extensa. Es significativo notar que 97% de la muestra fueron abusados por un miembro de la familia o persona en una posición de confianza y supervisión del niño. Ninguno de los niños fue abusado por extraños. Las actividades sexuales variaban desde formas de penetración y fellatio, a acariciamientos. Para 10% de los niños, la actividad fue una única ocurrencia, 88% fueron involucrados en múltiples incidentes que variaban desde varios meses a siete años; dos por ciento de las actividades eran desconocidas